La animación a la lectura tiene como objetivo, en primer lugar, despertar el interés por la lectura, ya que esta es una de las actividades más importantes de la especie humana.
Conviene insistir en que hay que distinguir claramente la adquisición de la capacidad lectora de lo que es el comportamiento lector. No todo el que sabe leer es un asiduo lector; es decir, que por un lado va la didáctica y por otro la educación.
La animación a la lectura busca la educación lectora del niño desde los primeros años de su vida, cuando son la palabra y el cuento el medio de que se vale la animación, hasta que el joven, por medio de estrategias, logra descubrir en la lectura los inmensos beneficios que ella proporciona, como por ejemplo:
— recreo y entretenimiento;
— conocimiento del mundo que nos rodea;
— desarrollo del lenguaje;
— identificación y afianzamiento de la intimidad;
— formación ética y valores;
— educación estética y de la sensibilidad;
— impulso de la creatividad.
Hay que tener presente que la lectura comienza antes de saber leer, bien escuchando al que narra un cuento, bien viendo imágenes ilustradas sobre un libro que puede ser el intermediario entre el silencio y la expresión fácil.
La educación lectora encamina al niño a que pueda comprender un texto, vivirlo, valorarlo y criticarlo. Todo ello, a través de las estrategias de animación a la lectura.
Sección coordinada por Quica Ripoll
y María Dolores Aguayo