En el juego de la animación, el niño, el libro y el animador forman un triángulo básico, interactuando entre sí.
Respecto al primero, hay que conocer bien al niño al que las estrategias van dirigidas:
— La diversidad subjetiva y psicológica que se puede dar dentro de un mismo grupo de edad hará que algunos muestren predilección por temas imaginativos y otros prefieran los de contenido realista.
— Los distintos ritmos de maduración en el desarrollo evolutivo son otro factor que tener en cuenta.
— La variedad de experiencias educativas y culturales que aporta el niño también servirán de pista al animador a la hora de diseñar el programa de educación lectora.
Cada niño vive en un contexto familiar y social determinado. Esa realidad que le rodea tiene un gran impacto en el desarrollo de su lenguaje.
Se sabe también que existe una correlación entre el dominio oral del lenguaje y el interés por la lectura y la habilidad lectora. Al mismo tiempo, la lectura ejerce una gran influencia en el desarrollo del lenguaje.
En cuanto al libro, el medio del cual nos valemos para hacer la estrategia es un cuento, un poema, una revista, un álbum.
Los géneros más utilizados en la animación suelen ser la narrativa y la poesía.
Es muy conveniente hacer una buena selección de libros, apoyándose en el conocimiento de la literatura infantil-juvenil, en el catálogo de editoriales, en los consejos de los libreros y, sobre todo, en la propia lectura, para poder ofrecer libros de gran valor literario o libros que, siendo menos artísticos, sirven para hacer lectores.
Sección coordinada por Quica Ripoll
y María Dolores Aguayo